Antecedentes
La enfermedad ocasionada por la pandemia del COVID-19 viene afectando de manera desproporcionada a la población afrodescendiente en Abya yala -América Latina-, esto es un resultado de las múltiples desigualdades raciales acumuladas del colonialismo y de la institución de la esclavitud; desigualdades que se han enmarcado actualmente en la discriminación estructural, consolidando un ordenamiento racial y sistémico de nuestras sociedades.
El presente año, Colombia atraviesa el tercer pico de la pandemia y varias ciudades se encuentran en cuidados especiales, cuarentenas y toques de queda estrictos. En el último reporte del mes de abril se confirmaron 17.212 nuevos casos. Según el “cuestionado” censo aplicado en el año 2018 -que registró una disminución en el número del porcentaje de la población negra, afrodescendiente, raizal y palenquera (NARP)- el Valle del Cauca se registra como el territorio con mayor número de personas NARP; tras este departamento se ubican el Chocó y Antioquia.
El presente año, Colombia atraviesa el tercer pico de la pandemia y varias ciudades se encuentran en cuidados especiales, cuarentenas y toques de queda estrictos. En el último reporte del mes de abril se confirmaron 17.212 nuevos casos. Según el “cuestionado” censo aplicado en el año 2018 -que registró una disminución en el número del porcentaje de la población negra, afrodescendiente, raizal y palenquera (NARP)- el Valle del Cauca se registra como el territorio con mayor número de personas NARP; tras este departamento se ubican el Chocó y Antioquia.
Hoy Antioquia y el Valle del Cauca son dos de los departamentos que más números de contagios presentan. Tras el anuncio en el mes de febrero de 2021, sobre la adquisición de un número —no muy significativo— de vacunas para el tratamiento del COVID-19 para la fase 1 y 2 de vacunación, es posible observar en las gráficas liberadas por las campañas de vacunación del Ministerio de Salud que los departamentos del Valle del Cauca y del Chocó registran un número menor de vacunas asignadas en relación a otros departamentos. El Chocó es registrado por este plan de vacunación como uno de los territorios con menor impacto del virus, haciendo casi ausente la presencia de equipos médicos para el tratamiento de los síntomas y las urgencias dentro del departamento.
“(…) es necesario mezclar los objetivos de desarrollo sostenible del Chocó y el Pacífico con los del país, porque tenemos que hablar de la reducción de la pobreza, de la discriminación, para poder hablar del crecimiento económico a través de los saberes ancestrales, tenemos que ubicarnos en el contexto y ese contexto nos tiene que llevar a interpretar las realidades de nuestros mayores, de la gente del campo”. Sabedor Jackson Ramírez Machado.
¿Cuáles son las estrategias de sobrevivencia al virus COVID-19 empleadas por las comunidades afrodescendientes como alternativa al abandono del gobierno nacional en el plan de vacunación y atención de la salud? ¿Son las huellas de africanía y de la memoria ancestral de la salud natural, las que han posibilitado a las poblaciones afrodescendientes del país mantenerse vivas en la ciudad y en el campo?
Es en medio de este contexto desolador e históricamente opresivo que se hace oportuno y preciso despertar la conciencia del Ubuntu. Esta es una filosofía de vida nacida en Sudáfrica que propone el desarrollo de la práctica de los buenos vivires, estableciendo una cosmovisión y organización de vida espiritual, social, económica, política y cultural de armonía, afirmada en la correspondencia de bienestar entre el territorio, las personas y la naturaleza. |
“Para nosotros el bosque limpia todo, es nuestro laboratorio, yo creo en el árbol, yo creo en mi abuelo, yo creo en mí”. Diálogo con las plantas: El pueblo Shipibo-Konibo enfrenta un virus, 2021. Florence Goupil.
El término Ubuntu deriva del zulú-xhosa (Sur de África): ‘umuntu, ngumuntu, ngabantu’ que significa 'una persona es una persona a través de otras personas'—que se expresa también como: ‘soy porque somos’ o ‘existo porque existes’—. Esto reconoce el valor de cada individuo o grupo, la aceptación y aprecio de nuestras diferencias, a la vez que reconocemos nuestra espiritualidad común, nuestra responsabilidad por el bienestar de otros y un sentido de pertenencia a una familia humana y a estar profundamente conectados con la naturaleza y el universo”. Manual para formadores en filosofía UBUNTU, (s.f.). Helen Sayers.
La medicina tradicional es concebida y entendida dentro de las comunidades afro como un conjunto de prácticas, fe y saberes asociados a la naturaleza que transitan como terapia física y espiritual, ejecutada a partir de técnicas manuales que proponen establecer un sistema de salud comunitario dirigido por sanadoras(es) con experiencias en el plano físico y operando también en planos mágicos, espirituales y religiosos. Estos conocimientos adquiridos a través de la educación informal han sido los responsables de la atención de partos, picaduras de animales venenosos, accidentes laborales y de patologías físicas, mentales y de carácter espiritual en los territorios étnicos del país, así como en diversos escenarios rurales del continente.
“Siempre ha habido dos tipos de conocimientos: la religión y el mundo científico, que cuando llegaba a las comunidades ya nadie quería acudir a las plantas medicinales. Este es un momento en el que podemos salir a la luz y decir al mundo que los pueblos originarios también tienen su saber”.
Diálogo con las plantas: El pueblo Shipibo-Konibo enfrenta un virus, 2021. Florence Goupil. “Con la nueva pandemia de COVID-19, volvió a demostrarse el gran poder de resolución de problemas de salud pública que pueden resultar de la conciliación de ambos medicamentos, porque según la historia de los países que más éxito están teniendo en el tratamiento de COVID-19, reportó el uso y combinación de la medicina tradicional y moderna en la curación de personas infectadas”. Medicina tradicional versus moderna ante COVID-19, 2020. Bertrand G. Mendes. |
“La etnobotánica es una ciencia interdisciplinaria entre las ciencias naturales y las sociales, su estudio radica principalmente en cómo los seres humanos usan los recursos vegetales que les rodean para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales”. Sabedor Jackson Ramírez Machado.
“(…) cuando el COVID, yo hacía unas botellas de una bebida tradicional ancestral que se llama viche, la destilación más ancestral y esa destilación la revuelvo con plantas medicinales y las pongo a fermentar y yo las regalaba, y a todos que tenían COVID les decía: —tómate esto—, y la gente a los días ya estaba sin ningún malestar”. Sabedor Jackson Ramírez Machado.
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En este orden de ideas, es necesario atender a las invitaciones que sabedoras(es) de la medicina ancestral afro y de los pueblos originarios han hecho desde hace varias décadas, una invitación a la conciliación de prácticas y conocimientos sobre la medicina para mejorar la atención de la población, propiciar a las comunidades una consulta oportuna y digna y con ello garantizar el derecho a la salud, respetando los diversos conocimientos en el espectro de la medicina moderna y la etnobotánica.
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Aquí nos interesa centrar la atención en los conocimientos de la salud natural, propios de las comunidades afro, para la prevención del contagio del virus, pero reconociendo que estas estrategias de sobrevivencia natural están arraigadas o conectadas a otras experiencias de sanación y contención comunal, como lo es el canto. Los procesos de recolección o la compra de las plantas, la preparación y la aplicación de los bebedizos, son asistidos por cantos y coros que hacen de esta experiencia un ritual. Las cantaoras(es) y las yerbateras(os) agradecen y piden a favor de las plantas, le cantan al nacimiento de los bebés (arrullos), a la pubertad (rumba), y a la muerte (alabaos), entre otros.
“La práctica rítmica del cantá y de danzar se convierte, por un lado, en una práctica pedagógica que reconfigura el saber ancestral y reivindica el papel protagónico de la mujer, por otro lado, en memoria viva, que ancla motivacionalmente el sentir del pueblo en la constitución de una unidad relacional de sentido, en un entretejerse a dos elementos: la tierra (…) la celebración ritual”. El canto como mecanismo de reparación en las comunidades negras, víctimas de la violencia, del Pacífico colombiano: entretejiéndose con el grupo Integración Pacífico, 2016. John Alexis Rengifo Carpintero, Carmen Helena Díaz Caicedo.
“(...) las abuelas(os) nos invitan al policultivo, donde se siembra plantas amargas, dulces, medicinales, y las comestibles. Ese policultivo es la sociedad, el mundo. En la sociedad hay dulces, amargos, “rasquiñosas”. Si alguna planta está mal en el policultivo, ese elemento tiene correspondencia con la sociedad, el ambiente se equilibra por medio de la siembra del cultivo”. Profesor Join Red.
“(...) las abuelas(os) nos invitan al policultivo, donde se siembra plantas amargas, dulces, medicinales, y las comestibles. Ese policultivo es la sociedad, el mundo. En la sociedad hay dulces, amargos, “rasquiñosas”. Si alguna planta está mal en el policultivo, ese elemento tiene correspondencia con la sociedad, el ambiente se equilibra por medio de la siembra del cultivo”. Profesor Join Red.
El canto es visto como un mecanismo de reparación, de resiliencia, de procurarse mediante el cuidado del entorno y la actuación frente a la rutina de los prejuicios y desigualdades socio-históricas. Este finalmente se convierte en el elemento oral portador de una narrativa que fosiliza las historias de grupos sociales, al mismo tiempo que las dinamiza.
"La existencia de prácticas de índole católica-africana en la medicina ancestral adquieren relevancia para para la diáspora, pues se trata de ejercicios y técnicas manuales correspondidas por un pensamiento mágico. Tanto el diagnóstico como la terapéutica son desarrollados en contextos claramente mágicos. “(…) se cuenta con la influencia positiva que el ritual curativo puede ejercer sobre la capacidad natural de recuperación del paciente, especialmente en contextos donde la confianza en el remedio es absoluta”. Plantas mágicas de la provincia de Albacete: maléficas, protectoras y mágicas-curativas, (s.f.). Alonso Verde, Diego Rivera.
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“Mientras andaba, Guandú repetía alabaos, cantos y oraciones con las que había crecido y que lo habían acompañado en situaciones alegres, tristes, peligrosas y emotivas, además que le habían transmitido los conocimientos de la relación de sus ancestros con la naturaleza. Caminando repetía: “Matica de albahaca, te quiero sembrar. Sembrarte quisiera, no tengo lugar. Al cielo llévame, de dios a gozar, ahí sentadita en el trono de la eternidad”. Trasplantando nuestras vidas. Un viaje hacia los saberes sobre plantas en Esfuerzos de Paz 1 y Nuevo amanecer, Medellín, Colombia, 2011. Vladimir Montoya Arango.
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La salud y la enfermedad son procesos estrechamente relacionados con la influencia de los sueños, las premoniciones y los saberes espirituales, sobrenaturales y naturales innatos, se trata de seres humanos que pueden enfermar a otros.
“En palenque se piensa que las enfermedades son causadas por espíritus ancestrales que vigilan el comportamiento humano y causan dolencias a las personas que incumplen las normas culturales (…) algunos malestares son atribuidos a la influencia mágica de terceros”. Plantas y territorio en los sistemas tradicionales de salud en Colombia. Contribuciones de la biodiversidad al bienestar humano y la autonomía, 2013. Carlos Vásquez Londoño, Sebastián
“En palenque se piensa que las enfermedades son causadas por espíritus ancestrales que vigilan el comportamiento humano y causan dolencias a las personas que incumplen las normas culturales (…) algunos malestares son atribuidos a la influencia mágica de terceros”. Plantas y territorio en los sistemas tradicionales de salud en Colombia. Contribuciones de la biodiversidad al bienestar humano y la autonomía, 2013. Carlos Vásquez Londoño, Sebastián
En este contexto se asume que un gran número de enfermedades son causadas por terceros, por entes sobrenaturales que vigilan el comportamiento y causan dolencias a quienes incumplan con las normativas, con los estándares sociales e históricos pactados en la colectividad. Dentro de esta lógica territorial, las enfermedades ocasionadas por otras personas pueden manifestarse como “mal de ojo”, “pujos”, entre otras. Sin embargo, se piensa que los males en el cuerpo y en la mente también son generados por los conflictos, el destierro y el abandono estatal.
“(…) los nuquiseños piensan que la salud y la enfermedad en el ser humano dependen de múltiples factores (…) la llegada de la guerra, es elemento que afecta la integridad física y espiritual del entorno, influyendo directamente sobre la salud y la enfermedad”. Plantas y territorio en los sistemas tradicionales de salud en Colombia. Contribuciones de la biodiversidad al bienestar humano y la autonomía, 2013. Carlos Vásquez Londoño, Sebastián Restrepo Calle.
Y a partir de este momento podemos comenzar a revisar algunos detalles sobre las plantas medicinales que son empleadas en los territorios étnicos en el país con fines terapéuticos y/o fines mágicos.
Y a partir de este momento podemos comenzar a revisar algunos detalles sobre las plantas medicinales que son empleadas en los territorios étnicos en el país con fines terapéuticos y/o fines mágicos.
Oralidad
“Hay unas plantas que son mágico/religiosas y eso tiene que ver con la medicina derivada del componente espiritual y de la religiosidad. Coger las plantas en luna o sembrarlas en otra fase lunar”. Sabedor Jackson Ramírez Machado
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“Algunos nuquiseños (…) utilizan oraciones, ensalmos o conjuros denominados secretos, que son un conjunto específico de palabras alusivas a la religión católica, pero con efectos mágicos tangibles; rezos usados con fines terapéuticos (…) en Nuquí se reconocen dos categorías principales de secretos, los divinos o relacionados con el bien y que generalmente son acciones católicas, y por otra parte, los secretos pertenecientes a lo humano es decir, en los que se invocan seres diabólicos y se desea el mal a los demás”. Plantas y territorio en los sistemas tradicionales de salud en Colombia.
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“Para los habitantes de Palenque San Basilio, Kankamaján o Kankamán es un término empleado para designar a los curanderos que median con lo sobrenatural (…) son personas que conocen oraciones o secretos, saben el uso de las plantas medicinales, pueden transformarse en animales, hacerse invisibles, blindarse ante las balas y viajar de un sitio a otro volando”. Plantas y territorio en los sistemas tradicionales de salud en Colombia.
“A veces nos encontramos con que no solamente es la ingesta de los productos, zumos de las plantas, sino que también son los baños. Especialmente en el departamento del Chocó y en muchas partes de Colombia en la diáspora afrochocoana, en el marco de la pandemia, nosotros tenemos unas plantas que se llaman sauco, orozuz, matarratón, esas tres plantas se cocinan, se toman y también uno se baña y con ellas acabamos con el COVID”. Sabedor Jackson Ramírez Machado
"Encontramos que la celidonia sirve para bajar los efectos del virus, que el matarratón, sauco, orozuz, jengibre, albahaca, pronto alivio, suelda con suelda, servían para neutralizar el virus. En mi familia mi papá tuvo el virus, yo lo atendí con plantas y él tiene 84 años”. Sabedor Jackson Ramírez Machado.
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(…) el orozuz y el matarratón, aunque son silvestres, nosotros le dábamos sus baños serenados; las molíamos y las dejábamos serenar y al otro día las poníamos al sol, y esa acción entre la noche, el sol y la luna genera una carga energética”. Sabedor Jackson Ramírez Machado.
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Ejercicio de autoetnografía
Yo me llamo Astrid González, soy una mujer afrocolombiana que nació en una ciudad con una consolidación histórico cultural con profundas bases coloniales. Medellín, la ciudad de la eterna primavera y el imaginario del sicariato, me vio nacer y crecer. Sin embargo, simbólicamente mi ombligo cimarrón se enterró en el Pacífico colombiano en donde nacieron mis ancestros más recientes. Así que he crecido bañada de café oscuro en un territorio en el que poco a poco los descendientes de africanos esclavizados, nos hemos ido situando bullosamente.
En el 2012, si mi memoria no me falla, estaba con mi abuelo Luis Quintero, los dos sentados en los muebles de la sala, hacía un calor pa’ encargártelo, uno de los normales en Tadó. Hablábamos de Simón Bolívar, de la carretera llena de piedras y de que hacía dos días una camioneta de la alcaldía había pasado frente la casa, y una de las piedras de la calle voló y le reventó la frente al vecino. Le aplicaron emplasto de suelda con suelda y el man andaba sabroso al otro día.
A la sala entró una señora saludando:
- ¡Ajó, don Luis! Ayúdame con un aire que tengo en la espalda y no me ha dejado ser gente desde hace varios días.
Mi abuelo la acostó bocabajo en el suelo de la sala, me pidió que le trajera una vela, un vaso y la candela de la cocina. Ella sacó de su bolsillo una moneda y se la pasó a mi abuelo torciendo el brazo. Él se veía muy tranquilo haciendo lo que hacía. Luego de que ella se subiera la camisa y desabrochara el brasier, él colocó la moneda debajo de la boca del vaso y comenzó a arrastrarlo por toda la columna vertebral. Encendió la vela y la colocó debajo del vaso haciendo que esta se apagara, y le dijo:
-Listo, mija. Ya está.
La moneda se la quedó él y, parece que el aire el vaso.
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El otro día otro vecino, el hermano del primo del primo del primo del barrio llegó a la casa con el mismo malestar, este alegaba que fue cuando estaba trabajando, que también andaba con molestias en un brazo, que si lo podría sobar por ahí derecho.
Esa no fue la primera vez que escuché a mi abuelo rezar, lo hacía muy seguido iba a misa sin falta y en los entierros era casi que invitado especial. No era la primera vez que lo veía rezar pero sí mover los labios tan rápido. Ahora comprendo que se trataba de un secreto, de rezos sincréticos que sanan a la gente cuando tienen enfermedades espirituales manifestadas en el cuerpo y en la mente.
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Con mi mamá conversábamos también de cuando ella era niña, que prefería acompañar en la madrugada a mi abuelo a sacar pescado del río en chalupa, en lugar de limpiarlos y cocinarlos en la mañana. Ella aprendió a nadar en el Atrato. Una madrugada de esas estaban en silencio y a oscuras sobre las aguas y, desde atrás de la chalupa les llega una bruja, ellos sabían que era la tía abuela, que le gusta convertirse en pájaro y salir a molestar y enterarse de los rumbeaderos clandestinos de mis tías en las noches.
Mi mamá decía que, aunque sabía que era su pariente, estaba muerta de miedo y que mi abuelo la llamaba por su nombre y sus cuatro apellidos. Porque aquí en confianza, mi mamá odia que solo me enuncie como Astrid González, así que para que ella esté tranquila, mi nombre es Astrid Milena González Quintero Lloreda Torres. Volviendo a la pariente que se transformaba en aves, mi abuelo la llamó a gritos por sus nombres y le agitó los remos, eso espantó toda la posible pesca de la madrugada.
En el 2012, si mi memoria no me falla, estaba con mi abuelo Luis Quintero, los dos sentados en los muebles de la sala, hacía un calor pa’ encargártelo, uno de los normales en Tadó. Hablábamos de Simón Bolívar, de la carretera llena de piedras y de que hacía dos días una camioneta de la alcaldía había pasado frente la casa, y una de las piedras de la calle voló y le reventó la frente al vecino. Le aplicaron emplasto de suelda con suelda y el man andaba sabroso al otro día.
A la sala entró una señora saludando:
- ¡Ajó, don Luis! Ayúdame con un aire que tengo en la espalda y no me ha dejado ser gente desde hace varios días.
Mi abuelo la acostó bocabajo en el suelo de la sala, me pidió que le trajera una vela, un vaso y la candela de la cocina. Ella sacó de su bolsillo una moneda y se la pasó a mi abuelo torciendo el brazo. Él se veía muy tranquilo haciendo lo que hacía. Luego de que ella se subiera la camisa y desabrochara el brasier, él colocó la moneda debajo de la boca del vaso y comenzó a arrastrarlo por toda la columna vertebral. Encendió la vela y la colocó debajo del vaso haciendo que esta se apagara, y le dijo:
-Listo, mija. Ya está.
La moneda se la quedó él y, parece que el aire el vaso.
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El otro día otro vecino, el hermano del primo del primo del primo del barrio llegó a la casa con el mismo malestar, este alegaba que fue cuando estaba trabajando, que también andaba con molestias en un brazo, que si lo podría sobar por ahí derecho.
Esa no fue la primera vez que escuché a mi abuelo rezar, lo hacía muy seguido iba a misa sin falta y en los entierros era casi que invitado especial. No era la primera vez que lo veía rezar pero sí mover los labios tan rápido. Ahora comprendo que se trataba de un secreto, de rezos sincréticos que sanan a la gente cuando tienen enfermedades espirituales manifestadas en el cuerpo y en la mente.
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Con mi mamá conversábamos también de cuando ella era niña, que prefería acompañar en la madrugada a mi abuelo a sacar pescado del río en chalupa, en lugar de limpiarlos y cocinarlos en la mañana. Ella aprendió a nadar en el Atrato. Una madrugada de esas estaban en silencio y a oscuras sobre las aguas y, desde atrás de la chalupa les llega una bruja, ellos sabían que era la tía abuela, que le gusta convertirse en pájaro y salir a molestar y enterarse de los rumbeaderos clandestinos de mis tías en las noches.
Mi mamá decía que, aunque sabía que era su pariente, estaba muerta de miedo y que mi abuelo la llamaba por su nombre y sus cuatro apellidos. Porque aquí en confianza, mi mamá odia que solo me enuncie como Astrid González, así que para que ella esté tranquila, mi nombre es Astrid Milena González Quintero Lloreda Torres. Volviendo a la pariente que se transformaba en aves, mi abuelo la llamó a gritos por sus nombres y le agitó los remos, eso espantó toda la posible pesca de la madrugada.
Luis Quintero (mi abuelo).
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Yo nací junto a mi hermana, quince minutos después de ella, y con una asfixia que me acompañó no muy amistosamente hasta mis ocho/nueve años. Se me quitó, aunque los médicos me dicen que puede volver en cualquier momento, sin embargo, actualmente puedo respirar medianamente con tranquilidad gracias a dos balsámicas que mi abuela paterna, Libia Lloreda, me envió desde Quibdó. El remedio consistía en tres botellas, pero el yerbatero encargado se fue para otro pueblo antes de poder completar el tratamiento, así que seguramente por esto los médicos aseguran que curada curada del todo no estoy. Segura de qué hierbas tenían las botellas mi mamá no está, ella especula que eucalipto y sauco curado en viche.
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